"Eso eso, qué penita me dan las pobres criaturitas y las pobres personas de Gaza que sin comerlo ni beberlo han tenido que morir por culpa de las bombas...". Eso es lo que dice Ehud Olmert en la intimidad.
Tiene un poco de gracia que después de ordenar el lanzamiento de bombas sin piedad ahora sienta pena. Es lo mismo que si en mi casa tengo una plaga de cucarachas y para acabar con ella lanzo un Tomahauk contra ella. "Me he cargado las cucarachas... pero qué penica me dan los que estaban dentro...".
Si en vez de iniciar una ofensiva que consistía en bombas, bombas y más bombas, sin importar a quién se llevasen por delante, se hubiese puesto en marcha una operación para buscar a los asesinos de Hamás y condenarlos (o matarlos si quieres... total... no te lo ibas a pensar dos veces...) no estaríamos hablando ahora de más de 1300 muertos y 5000 heridos.
Los israelíes se enfadan cuando se les compara con la Alemania nazi, pero es que por más que quiero no puedo evitar ver similitudes. Con la excusa de acabar con Hamás están aniquilando tranquilamente a un pueblo palestino que ya les cae pesados con el tema de "ocupas mis tierras". Israel debe una disculpa, como mínimo, a la Comunidad Internacional, pero sobre todo a Palestina. Aunque si yo fuese palestino les diría por dónde pueden meterse esas disculpas que no me devolverán a mis familiares aniquilados sin poder defenderse.
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